Este móvil tenía una de las pantallas más espectaculares de su año, con una definición capaz de dejar asombrado a quien supiera utilizarla. El salto cualitativo que supuso irme de un móvil de tan sólo un año antes a este Razr me dejó de piedra, como si me hubiera quedado dormido durante una década y despertara en una época más avanzada.
Además, su fácil conexión a Internet (algo un poco raro para ese año, al menos en móviles para el populacho y no destinados al ejecutivo wireless), su excelente cámara y sus funcionalidades le convirtieron en un líder de clase media.
La mayor pega que le veo a este móvil es el software de Motorola. Es bien sabido que no saben hacer software para la gente, que sus sistemas operativos adolecen de usabilidad. Éste no es la excepción. Y siendo algo tan importante, es una pega a considerar.